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lunes, 3 de octubre de 2011

LA MUERTE Y EL ALMA.

Interpretación de la palabra muerte aplicada al alma humana

Génesis 1:20. “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres DE CIERTO MORIRÁS”.

El libro “SEA DIOS VERAZ” (lamentablemente el título proclamas una verdad hermosa, pero el libro en sí es una falsificación de esa verdad) dice: “La única declaración registrada en la Biblia que dice que el hombre desobediente no morirá se encuentra en Génesis 3:4: “Entonces dijo la serpiente a la mujer. De seguro que no morirás ”. Aquí se ve que la serpiente- o el diablo- es quien originó la doctrina de la inmortalidad inherente del alma... de hecho es la doctrina fundamental de la religión falsa”.

Queremos llamar la atención especialmente a la última declaración donde dice que “la religión falsa se caracteriza porque dicen que Adán y Eva, quienes representan la raza humana “no morirían”. Ahora bien, nosotros preguntamos ¿quiénes son los que dicen que Adán y Eva no murieron?. Los únicos que apoyan a Satanás en su declaración de que no morirían el día de que comieran del árbol son ellos precisamente, pues nosotros enseñamos que ellos murieron el día que comieron del árbol.

En cierta ocasión, hablando con un “aniquilacionista”, me planteaba este argumento para desacreditar nuestra posición. Entonces le pregunté: "¿Murieron realmente Adán y Eva EL DIA que pecaron?" A lo que contestó: “NO, ellos murieron muchos años después” . Rápidamente le señalé: “Entonces, ¿quiénes dicen que Adán y Eva no murieron: ustedes o nosotros?.No supo que decirme, se quedó perplejo y cayó en cuenta de su error.

No hay cosa más terrible que la ignorancia, y peor cuando no se quiere salir de ella. ¡El desconocimiento del verdadero significado deuna sola palabra, cuánto estrago hace a la sana doctrina! En este caso, ellos no entienden el significado de la palabra MUERTE (Ver: Análisis bíblico de la palabra muerte, en este blog). Es a partir de ahí que se desencadena la serie de errores que hemos estado analizando.

8.2. Ezequiel 18:4 y 20. “El alma que pecare, esa morirá”. Ellos usan este versículo para decir que el alma muere, lo cual no deja, en parte, de ser verdad. Simplemente que, en la explicación aniquilacionista, la palabra "alma" está mal interpretada. Si analizamos bien el contexto, nos damos cuenta que la misma se está usando para designar a la persona. Esta es una de las poquísimas veces que se utiliza la palabra “alma” en este sentido. El v. 5 nos aclara que Dios se está refiriendo al hombre como un todo: “Y el hombre que fuere justo...". En los versículos 9 y 10, leemos: “y guardare mis decretos para hacer rectamente, este es justo; este vivirá. Mas si engendrare hijo ladrón, derramador de sangre...no vivirá”. El versículo 20 reafirma esta verdad: “El alma que pecare, esta morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él” . Léase todo el cap. 18 y se dará cuenta que Dios no se está refiriendo al alma espiritual, sino a la persona como un alma. La persona que pecare, ha de morir físicamente, y la que hiciere justicia ha de vivir físicamente. En este sentido se producía una separación entre individuo y la congregación de Israel.

8.3. Eclesiastés 3:19-21. “Porque lo que le sucede a los hijos de los hombres, y lo que le sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, mueren los otros; y una respiración tienen todos, no tiene más el hombre que la bestia, porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién sabe si es espíritu de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal descienda abajo, a la tierra?"

Para entender estos versículos, que aparentemente contradicen la enseñanza bíblica, hay que tener en cuenta primeramente que el escritor, en su primera parte del libro (1:1 al 11:8), presenta una exposición filosófica de cómo ve la vida un individuo desesperado, defraudado por el pecado, cuya mente y corazón, obcecados, no le permiten ver mas allá de su vista materializada. Es el razonar de un individuo que, por conveniencia y para soslayar su responsabilidad moral ante un Dios moral, prefiere adoptar una posición materialista rebajándose a la condición de un animal que no tiene conceptos morales ni responsabilidad moral ante su Creador.

Sin embargo, en la última parte del libro (11:9-12:14), el escritor da un giro y enfoca la argumentación mirando las cosas desde el punto de vista de una persona que ha recibido iluminación espiritual, y entonces contesta él mismo sus cuestionamientos reveladores de un escepticismo craso con una declaración final y contundente: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento... y el polvo vuelva a LA TIERRA COMO ERA, Y EL ESPÍRITU SE VUELVA A DIOS QUE LO DIO” (Eclesiastés 12:1-7).

Si los ruselistas quieren adoptar la posición inferior, animalezca y degradada que presenta la filosofía de la primera parte del libro, ¡allá ellos! Pero nosotros los cristianos preferimos ajustarnos a la posición más positiva de una mente iluminada por Dios, y cuyo destino es más glorioso y luminoso que la de ellos con “sus hermanos inferiores del reino animal”. Ellos no saben a donde van, NOSOTROS SÍ SABEMOS DE DONDE VINIMOS Y HACIA DÓNDE NIS DIRIGIMOS.

Además, en este pasaje, la palabra “espíritu” se está utilizando como “principio de vida solamente” que es común a todos los seres vivientes. En el caso del hombre es diferente, porque el NISHAMA de Dios es el que sustenta la vida del hombre, elemento que no poseen ni los animales ni las plantas.

8.4. Mateo 10:28. “Y no temáis a los que matan el cuerpo, más al alma no pueden matar; temed mas bien a aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.

Arguyen ellos que el alma es destructible, puesto que aquí dice que Dios puede “destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Gehenna). Para rebatir este argumento infundado aduciremos lo siguiente:

1o. Jesucristo está haciendo una marcada diferencia entre el alma y el cuerpo como dos elementos diferentes pero copartícipes del mismo ser. De lo contrario una de las dos palabras fuera superflua aquí. Jesús no confunde una con la otra.

2o. La palabra griega que se traduce aquí por “destruir”, en el original quiere decir “reducir algo a la más ínfima de las miserias”, y no da necesariamente la idea de “aniquilar”. Quiere decir que, tanto el cuerpo como el alma, después de su resurrección – en el caso de los impíos – estarán experimentando en el infierno la sensación más miserable que uno pueda imaginarse.

Otras versiones de la Biblia traducen este texto de la siguiente manera: “Temer a aquél que puede PERDER el alma y también el cuerpo en el infierno” (Gehenna).

El sentido recto y verdadero de estas palabras lo da Lucas 12:5 cuando dice: “Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder para echar en el infierno, sí os digo, a este temed”.

Todo esto prueba hasta la saciedad hasta qué punto el Diablo puede tupir las mentes y los corazones para que no entiendan las verdades bíblicas. Pero mucho más nos admira ver cuánta artimaña ha usado el diablo para tomar la misma Palabra de Dios, con el finde despojarla de su verdadero sentido no solo para engañar, sino para tomar como instrumento al mismo hombre a fin de que sea promotor de sus engaños.

A pesar de todo “SEA DIOS VERAZ, Y TODO HOMBRE MENTIROSO”. Gracias a Dios que siempre habrá hombres y mujeres que están dispuestos a defender y poner en alto las verdades reveladas. ¿Pueden, acaso, los falsos maestros contradecir toda esta enseñanza? Si hay alguien que acepte el desafío, que lo haga: que tome la Biblia y la contradiga. Estamos seguros de que la verdad de Dios se abrirá paso, arrojará luz y las almas sinceras encontrarán la verdad en medio de las tinieblas y las marañas del error.

No estaría completo este modesto estudio sin antes presentar a Aquél que es el único capaz de liberar del infierno. Jesucristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al padre sino por mi” . Hay solo dos caminos para el hombre: uno ancho que conduce al infierno y otro estrecho que conduce al cielo. Es al cielo a donde Cristo quiere llevarte. Él dijo: “Voy pues a preparar lugar para ustedes, para que donde yo esté, ustedes también estén”. Hay una esperanza digna y gloriosa para el hombre, esa esperanza es Jesucristo. Él murió y resucitó para que nosotros vivamos por Él. El te dice: "EL QUE A MIÍ VIENE NO LE ECHÓ FUERA".



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